Capacidad para la movilización.

Nuevamente, en este aspecto las diferencias con los adolescentes se hacen patentes. En la adolescencia comienzan a manifestar el miedo a que sus amigos y compañeros sepan que son cristianos. Por ello empiezan a desarrollar el arte de la doble vida y, salvo raras excepciones, difícilmente inviten a sus amigos no cristianos siquiera a las actividades más neutras y sofisticadas que podamos preparar para ellos.

El miedo a ser diferentes, a lo que puedan pensar de ellos sus amigos, a la opinión que se pueda formar la gente por el hecho de que ellos sean cristianos, hace que no se animen a invitar y movilizar a sus amigos no creyentes. Inclusive aquellas chicas y chicos que tienen las ideas claras con respecto a su fe, se retraen a la hora de invitar a sus amigos inconversos a participar de las actividades, aunque estén pensadas y diseñadas para ellos.

Afortunadamente, no sucede lo mismo con los «pre». Ellos aún consideran que ser cristiano es algo bueno y positivo, disfrutan de las actividades y, si se los anima, en muchas ocasiones pueden aceptar invitar a sus amigos y amigas no cristianos. Esto último es especialmente cierto cuando se trata de actividades lúdicas y recreativas.

De este modo, los «pre» tienen un increíble potencial evangelístico, ya que, gracias a ellos, vamos a poder entrar en contacto con chicas y chicos que de otro modo estarían totalmente fuera del alcance de la iglesia local.

Sensibilidad espiritual.

Es cierto que en muchos aspectos los «pre» viven acelerados, pero en otros aún tienen la sensibilidad espiritual propia de la niñez, la candidez y un modo de ser genuino, que no debemos despreciar ni desvalorizar en absoluto.

Están en condiciones de entender perfectamente las grandes verdades de la fe cristiana, como la gracia, el pecado, el arrepentimiento y la necesidad de un cambio de vida. Es cierto que se las debemos explicar en su propio lenguaje, de modo que puedan entenderlas. Sin embargo, sus mentes ya son lo suficientemente inquisitivas como para poder procesar cierta información que no es solo intelectual, sino también vital.

Los «pre» pueden entender y responder de manera genuina al amor y al perdón de Dios, y también pueden aprender a desarrollar una amistad auténtica y sincera con el Señor. Despreciar su sensibilidad espiritual es, además de ofensivo, una desatinada falta de visión de nuestra parte con respecto al potencial espiritual de esta nueva generación.

Posibilidad de trabajar con los padres.

El trabajo con los «pre» puede darnos oportunidades de labor ministerial con sus padres, tanto si son creyentes como si no lo son. La necesidad que estas chicas y chicos tienen de sus progenitores, para desplazarse y para asistir a las actividades, puede ser una desventaja, pero también una posibilidad para animar a los padres a participar en el ministerio con este grupo.

Del mismo modo, se pueden organizar actividades pre-evangelísticas para darles a los padres de los «pre» no cristianos la oportunidad de entrar en contacto con personas creyentes y, eventualmente, poder hablarles de Cristo.

Extracto del libro “Raíces”

Por Félix Orti

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