Emos: “Nadie nos entiende” (frase repetida constantemente). Tienen la incomprensión a flor de piel. Para ellos es “el mundo contra mí”. Los emos puros nacieron en la década de los 90 primeramente como un estilo musical (emocional hardcore, o por su abreviación, emocore), con ideales bastante similares a los de los punks. Los emo originales hacían una música nada comercial y en general renegaban del merchandising, por creer que una música tan artificial como la manejada por el consumismo no podría arrancar emociones genuinas. Pero esos ideales no se mantuvieron en el tiempo y a partir del año 2000 tomaron ingredientes de los chetos y se fusionaron ideológicamente, incorporando en la mezcla un toque gótico para agregarle dramatismo al asunto. Ellos son llamados por los más puros “fake emo” o falsos emos. En general son tranquilos, amigables con otras subculturas, pero con tendencias depresivas y suicidas. Suelen ser emocionalmente inestables y melancólicos. No tienen una ideología definida o sobresaliente, ni en lo religioso ni en lo político.

Okupas: “Okupa y resiste” (grito popular okupa). El movimiento social okupa —que está ampliamente difundido en España y otros países europeos, así como también en las principales capitales del mundo—consiste en ocupar propiedades públicas o privadas como forma de protesta social y declararlos CSO’s (Centros Sociales Okupados). En muchos de nuestros países este grupo es casi inexistente, ya que las personas que ocupan edificios abandonados lo hacen por necesidad de vivienda y no como protesta contra el gobierno, pero decidí incluirlo en la lista para familiarizarnos con él (uno nunca sabe…). Como movimiento social, bien podría ser comparable en ciertas características con el grupo piquetero (que cortan calles y rutas como forma de reclamo), a no ser que este último no es una subcultura exclusivamente juvenil. En cuanto a Latinoamérica, el movimiento okupa también se ha arraigado en el vecino país chileno, con importantes avances.

Floggers: “Effeame… Pásate… Buena pic…” (argot flogger: agrégame a favoritos, pasa por mi fotolog, que linda foto) No se caracterizan por tener fuertes ideales en los que encuentren la manera de actuar y pensar. No son llevados por ningún ideal político ni social. Ellos viven una vida “de libertad” sin compromiso con nada ni nadie, lo único importante es tener su computadora, una cámara de fotos o un celular con cámara y una buena conexión a Internet, ya que pasan gran parte del día solo pendientes de la cantidad de firmas de su espacio, sumergidos en ese ritual sagrado que consiste en sacar “la foto de su vida”. Los floggers son el vivo reflejo de los valores de la postmodernidad: egocentrismo, culto a la imagen, frivolidad, mediatización de masas, etc. El contacto físico entre ellos es vital, aparte de las relaciones románticas, son muy demostrativos de afecto y necesitan el contacto con sus pares. Se abrazan, se besan todo el tiempo, incluso entre jóvenes del mismo sexo, lo que no necesariamente los hace homosexuales. Al igual que los chetos, tienen una expresión muy común (entre otras) que es repetir todo el tiempo la palabra “nada” como una muletilla. Eso es notable porque a la vez refleja una ideología: la nada es la ausencia de metas, de objetivos e ideales que los hagan querer ser mejores. Incluso hay varias publicidades en los distintos países que apelan a estos antivalores en los adolescentes.

Otaku: Una alumna me definió una vez lo que eran los otaku. Dijo: “Profe, son los nerds japoneses”. Al principio me causó risa, pero interiorizándome un poco más me dí cuenta que no estaba tan errada. De hecho, en Japón se utiliza con una connotación peyorativa para describir a los frikis con compulsión obsesiva hacia el animé, el mangá, los videojuegos y la tecnología (cuidado, pueden ser buenos hackers). Suelen ser callados, introvertidos y refugiarse en sus personajes de comics; ahí dejan fluir la imaginación y creatividad.

Luego de haber visto esta lista, que repito: no es lo exhaustiva que debiera ser por razones de espacio, tenemos un panorama general de las ideologías que hay detrás de cada tribu urbana. Una labor sabia es aquella que apunta las flechas de La Palabra de Dios al blanco de la ideología y no tanto a los bordes de los rasgos externos de una subcultura.
El mensaje del evangelio contenido en esa Palabra tiene el poder suficiente para contrarrestar y desbaratar “todo argumento que se levante contra el conocimiento de Dios”, desde los más inocuos hasta los más inicuos. ¡Pongámoslo en acción ya!
Estas subculturas son de origen rioplatense o argentino y puede ser que no se hallen paralelos exactos en otros países del continente.  Con frecuencia los individuos aceptan argumentos intelectuales, entienden la necesidad de cambiar, y expresan un compromiso con el cambio, pero luego recurren a lo que les es familiar. Esta tendencia a volver a lo familiar no es un rasgo cultural en sí mismo, pero es indicativo de alguno de los desafíos más profundos que deben enfrentar los que desean promover una visión diferente y más próspera del futuro. (Samuel Huntington y Lawrence Harrison. Tomado del libro La cultura es lo que importa).

Extracto del libro Tribus Urbanas.
Por María J. Hooft.

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