Tarde o temprano, cada uno de nosotros que tenemos adolescentes seremos como los padres que vimos en el pórtico. Tal vez le estaremos suplicando a un adolescente enojado que no se vaya, o quizá estaremos dando una despedida con lágrimas a un hijo o hija que está listo. Todos sabemos que nuestros adolescentes no vivirán con nosotros para siempre. Sabemos que la meta de Dios para nuestra labor como padres es que trabajemos hasta que ya no se necesite más nuestra labor. Su plan es que seamos sus instrumentos para producir hijos que sean maduros bíblicamente, listos para enfrentar la vida en el mundo caído, listos para ser sal y luz, listos para ser contribuyentes en la obra de su reino, que ya no necesiten la dirección diaria que por tantos años les proveímos.

Puesto que hacia allí nos dirigimos, necesitamos una definición clara de la madurez y un claro sentido de la apariencia del fruto de la madurez en la vida diaria de nuestro adolescente. ¡Es difícil llegar a un lugar si no sabes dónde está!

Finalmente, necesitamos enfrentar de nuevo el hecho de que no podemos dar a nuestro adolescente lo que no tenemos nosotros mismos. Ser padre cristiano no garantiza que seamos bíblicamente maduros. También nosotros necesitamos mirar intencionalmente en el espejo de la Palabra de Dios. ¿Cumplimos el estándar bíblico de la madurez? ¿En qué necesitamos crecer? ¿Somos modelos de una vida piadosa madura y encantadora delante de nuestros adolescentes? ¿Estamos viviendo responsablemente? ¿Somos accesibles y moldeables? ¿Vivimos con límites morales que dan forma a nuestras decisiones y acciones? ¿Tenemos un sentido preciso de nuestras debilidades y fortalezas, y estamos abiertos a la ayuda de los demás? ¿Tenemos un balance apropiado respecto a las cosas físicas o somos padres que trabajamos demasiado y debemos demasiado porque hemos seguido los valores culturales?

Necesitamos estar ante Dios y preguntarle si estamos queriendo que nuestros hijos cumplan estándares que nosotros no cumplimos (Nota las palabras de

Cristo a los Fariseos en Mat. 23:1-4). ¿Nuestras vidas contradicen nuestro mensaje? ¿Es posible que la razón por la que nuestros hijos nos rechazan y rechazan a Dios no sea por nuestros estándares, sino por nuestra propia hipocresía? ¿Comunicamos humildemente a nuestro adolescente que también nosotros somos personas que están en un proceso? ¿Les comunicamos que hoy necesitamos la gracia de Dios tanto como la necesitábamos el día que creímos? ¿Les decimos que reconocemos la propensión de nuestros corazones a alejarse del Creador, sólo para deificar las cosas creadas? ¿Les decimos que necesitamos la ayuda de Dios para permanecer fieles y creciendo tanto como ellos la necesitan? ¿Estamos dispuestos a acercarnos a ellos en los momentos de fracaso para pedir su perdón y comunicarles un reposo vibrante en la misericordia perdonadora y liberadora de Cristo?

¿Respetan nuestros adolescentes el tipo de vida que llevamos? ¿Consideran el ser como nosotros parte de su definición de lo que es una vida de éxito? ¿Se dicen para sí mismos “vivo en un mundo en el que mucho está mal y mucho es falso, pero mis padres son genuinos. No siempre me gusta lo que me dicen o lo que me piden, pero quiero ser como ellos”? ¿Cuándo los adolescentes nos ven encuentran verdad, amor, gracia, fidelidad y esperanza? ¿Ven hacia nosotros y ven a Cristo?

Nuestra labor exitosa como padres implica que admitamos que todavía somos hijos en necesidad de la ayuda de nuestro Padre. Significa ir a él y decir, “No podemos ser lo que tu nos llamas a ser sin los recursos abundantes de tu gracia. Hemos creído, pero ayúdanos en nuestra incredulidad. Hemos obedecido, pero fortalécenos donde nos sentimos tentados a desobedecer. Hemos amado, pero ayúdanos cuando nos mueve más el amor a uno mismo que el amor por ti. Obra en nosotros, Señor, para que obres a través de nosotros para capturar la vida de nuestros adolescentes por tu gracia. Te pedimos esto para que sus vidas y las nuestras sean vividas como himnos para tu gloria”.

Preguntas

  1. ¿Cuál es la quinta meta propuesta por el autor?
  2. Explica la oración: “Muy pocos adolescentes se van por causa de las reglas. ¡No! Ellos se van por causa de la relación”.
  3. ¿Cuáles son los cuatro verbos para los padres que desean modelar a Cristo ante sus adolescentes?
  4. ¿Cuáles son las seis características de la madurez bíblica?
  5. ¿Cuáles son los cinco frutos prácticos de la madurez bíblica?

Extracto del libro “Edad de Oportunidad”.

Por Paul David Tripp.

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