1. Los Programas Necesitan Ocuparse Primero de las Relaciones.

Dave, uno de nuestros voluntarios adultos, quiso comenzar un pro­fundo estudio de la Biblia los viernes por la tarde. Por alguna ra­zón, este estudio bíblico no tuvo mucha asistencia durante casi tres meses. A principios del cuarto mes, tuvimos nuestro campamento de invierno. Durante el fin de semana Dave hizo amistad con algu­nos jóvenes, y estas amistades llegaron a ser su impulso para el estu­dio bíblico. Después del campamento, el estudio bíblico de Dave experimentó un dramático aumento de asistencia. El programa de estudio bíblico no era más atractivo, pero las relaciones sí lo eran. Las relaciones positivas son una razón clave para hacer crecer un ministerio para jóvenes. Con frecuencia sucede que un joven dis­fruta asistir a un ministerio de jóvenes pobremente guiado porque su mejor amigo/a está allí, aunque ese joven podría asistir a la igle­sia de sus padres, donde tienen un ministerio para jóvenes que es magnífico. Lo vemos todo el tiempo: las relaciones son una atracción.

Un ministerio saludable con la juventud tiene el compromiso de llegar a ser un ministerio de relaciones con la juventud. Los líde­res adultos hacen que el desarrollo de las relaciones con los jóvenes sea una prioridad principal, y estas relaciones ayudan la eficiencia del ministerio y aumentan la madurez espiritual de los jóvenes. Este estilo de ministerio con la juventud llega a ser un ministerio con los jóvenes en lugar de ser un ministerio centrado en el progra­ma hacia los jóvenes.

Sin tomar en cuenta el nivel de compromiso con Cristo, todo adolescente necesita relacionarse con un adulto que se interese en cultivarlo y así formar una amistad de mentor. No existe un progra­ma, no importa de qué calidad, que sustituya el cuidado personali­zado porque los programas no desarrollan relaciones; la gente lo hace. Un programa puede capturar la atención de un joven, pero la relación ayuda a reforzar los compromisos. Los programas son im­portantes, pero solo después que se desarrollen las relaciones.

Entonces los jóvenes serán nutridos personalmente en su fe, es­pecialmente si los líderes reflejan la madurez espiritual descrita en el capítulo uno. Obviamente, este tipo de ministerio de relaciones con la juventud necesita de adultos dispuestos a dedicar su tiempo para cultivar a los jóvenes. Mientras más jóvenes tenga en su minis­terio, más adultos necesitará para mantener sus grupos pequeños. Aunque soy capaz de reconocer a mis jóvenes, solamente puedo de­sarrollar relaciones importantes con unos cuantos.

El Ministerio Para Jóvenes consiste en construir casas para perros.

Hace varios años acuñé la frase: «El ministerio para jóvenes con­siste en construir casas para perros.» Mi esposa, Cathy, quiso com­prar una casa para perros, pero pensé que era demasiado costoso. Después de averiguar algunos precios, arrogantemente dije: «Pue­do construir una por mucho menos.» Cathy sonrió y tomó mi ofer­ta. Reservé todo un sábado y llamé a Jeff, un joven de mi ministe­rio, para que me ayudara. Sabía que tenía habilidad para trabajar con madera porque recordé que ese trimestre le dieron una nota moderadamente buena en carpintería. (Vi las calificaciones en su casa mientras buscaba algo de comer durante un estudio bíblico de área.)

Jeff y yo empleamos un día entero construyendo la casita que al­gunos creen que se parece más a una pequeña versión del arca de Noé. De todos modos, al siguiente día de nuestro proyecto de cons­trucción la mamá de Jeff me dijo que luego de construir la casita, su hijo estaba más entusiasmado acerca de Cristo que después de cualquier programa de la iglesia al que jamás hubiera asistido. Me quedé atónito. Resultó que Jeff le había dado una descripción deta­llada de nuestro tiempo juntos. Le contó nuestro viaje a la tienda y cómo yo había tratado al vendedor. La madre supo de todas las con­versaciones que Jeff y yo habíamos tenido durante el día. También le informó de la pequeña pelea por una comida en el estaciona­miento de Taco Bell, las risas en mi casa, mi habilidad para no decir malas palabras cuando me golpeaba el dedo con el martillo, cómo traté a mis hijos, y hasta lo que faltaba en mi refrigerador. (Le dijo a su mamá: «nunca había visto el refrigerador de un adulto sin al­cohol».) ¡Ella lo supo todo! Jeff dijo: «Doug es una persona normal. Puedo decir que se divierte siendo cristiano.»

Para mi sorpresa, el día que pasamos juntos hizo un impacto im­portante en la fe de Jeff. Después de eso, Jeff invirtió más tiempo conmigo fuera del ambiente de la iglesia, y llegamos a conocernos mejor. No solo quiso construir más casitas para perros conmigo (sospecho que eso era una excusa para reunimos), sino que llegó a ser un mejor oyente durante el estudio de la Biblia. Aprendí a nun­ca subestimar el poder de emplear tiempo con los jóvenes.

(CONTINÚA…)

Extracto del libro «Ministerio de Jóvenes con Propósito»

Por Doug Fields

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