¿Por qué los jóvenes cristianos no practicamos sexo antes del casamiento?

¿Qué tiene de malo hacerlo si nos amamos y nos vamos a casar?

“¿Te enteraste lo que pasó con Roberto y Patricia? Se pusieron de novio… pero eso no es todo, él la trae a su casa a dormir casi todos los días. Por supuesto que están sus padres. Al principio se quedaba en la casa los sábados, después todo el fin de semana, y últimamente ‘conviven’…”.

Los padres de Patri dicen que ya están grandecitos, que no tiene nada de malo que ella duerma en su casa, que están juntos porque se quieren y “no son hipócritas”. Pero la mamá de Robert está preocupada: “¡Hacen alarde! -comentaba- Antes por lo menos, ella se instalaba en el cuarto de los huéspedes. Ahora duermen juntos. El otro día me llamó la madre del chico. Se habían ido a pasar el fin de semana afuera, sin avisar, y ninguna de las dos sabíamos dónde estaban”.

Quizás para algunos este ejemplo se asemeje más a las excepciones que a la generalidad. Otros al revés, se sienten identificados con la situación. De todos modos, el caso (que es real, por cierto) resulta útil para aclarar conceptos de la sociedad y lo que dice la Biblia al respecto. Hoy por hoy, esto es un hecho cotidiano que trae opiniones diversas y controversiales, pero la mayoría de las veces es en los adultos.

Actualmente, entrar en la adolescencia es tener independencia sexual. Se toma como un intento concreto más del adolescente por transitar rumbos propios. Pero la relación sexual es, o debería ser, una consecuencia de otros crecimientos y responsabilidades. La realidad presenta que él o ella están perfilando su identidad, estudian, trabajan (o las dos cosas), hacen proyectos para el futuro, se aman, concretan una pareja de novios estable, y llegan al acto sexual. Parece que el sexo es sólo una opción más entre otras elecciones y libertades.

Pero esto es paradójico. Si en una pareja mantener relaciones sexuales es lo que establece una supuesta “independencia” motivada por provocación a la familia, demostrar que uno está grandecito y hace lo que quiere, o simplemente porque es “lo que los mantiene unidos”, entonces llegamos a la conclusión que no es independencia sino dependencia.

La pareja puede usar su sexualidad para tratar de expresar: “Mirá lo que hago, ¿te estoy lastimando con esto?”. La intención no es mortificar o herir a propósito a sus padres. Tratan de imponer, invadir, irrumpir con violencia en el terreno de los adultos: música al taco, “exclusividad” en el teléfono, en el baño, tener la última palabra en discusiones. Mantener abiertamente relaciones sexuales es otra arma para mostrarse ante los demás que es independiente, que se las sabe todas más una… Pero muy en el fondo, están buscando un freno, un límite, saber hasta dónde se puede llegar.

Entonces, el sexo no es una elección libre, independiente, sino lo contrario: encubre inseguridad, desconcierto, queja contra la actitud familiar, evidencia que todavía no está capacitado para vivir de manera independiente. Un buen dato: Para vivir en total libertad, hay que conocer todos los límites.

Los padres modernizados que dicen “sé libre”, transmiten un mensaje confuso. En realidad no piensan lo que dicen. Como ellos la pasaron bastante mal de adolescentes, la tratan de pasar bien ahora con sus hijos, y de alguna manera los incentivan o sobreexitan (del mambo que ya tienen) para provocarlos al sexo libre. Después se arrepienten y tratar de poner el freno. Demasiado tarde…

(CONTINÚA…)

Por Pablo Giovanini

Revista Nivel 17. Año 4 Nº 20.

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