¿PODEMOS COMPARAR AL DESEO SEXUAL CON EL HAMBRE O LA SED?

De ninguna manera. El hambre y la sed son necesidades esenciales que deben satisfacerse para conservar la vida. El sexo es un deseo que tú puedes controlar; dicho en otras palabras, nadie se murió por no tener relaciones sexuales. El impulso sexual es bien dominable. Las Licenciadas Laura Caldiz y Diana Resnicoff, dicen que “la sexualidad no es necesaria para la conservación del individuo, en cambio sí lo es para la conservación de la especie, ya que los humanos nos reproducimos sexualmente”.

Cierto día se acercó a la oficina una hermana viuda desde hacía unos meses. Su preocupación giraba en torno a su vida sexual en esta etapa de viudez. En medio de la conversación, nos advirtió: “el médico me dijo que si no tengo relaciones sexuales puedo volverme loca”. Convencida de que el consejo profesional era acertado, se pasaba buscando algún candidato para un matrimonio rápido.

En otra ocasión, se acercó un joven después de terminada la reunión, para solicitar oración a fin de no tener más deseos sexuales. Expresó: “tengo mi novia que es muy linda, pero no podemos casarnos ahora y yo quiero que oren para que el deseo de tener relaciones sexuales con ella desaparezca”. Le contestamos: “no podemos orar por eso, es contrario a la ley natural. Dios te creó con el impulso sexual, pero tu tienes la responsabilidad de manejarlo. Podemos orar por trabajo, para que puedas casarte, por fortaleza para no caer en pecado, pero nunca para que no tengas deseos. Eso es absurdo”.

“Cuando estoy con mi novia no podemos soportar la tentación de tener relaciones. Hemos orado a Dios y le hemos pedido fortaleza para salir de este pecado, pero es algo que no podemos controlar”. (Fernando, de 22 años).

Querido joven, eso no es verdad. Los órganos sexuales no nos controlan a nosotros sino que nosotros los controlamos. Queremos compartirte una ilustración bonita de Ben Young y Samuel Adams, dice así: “Imagine que consigue una cita con la persona más atractiva del sexo opuesto. Van a cenar a un lindo restaurante y los dos “están en tema”, “enamorados”. Saltan las chispas y usted sabe que hizo una conexión. Usted vuelve a la realidad para ver una película. Entonces, repentinamen­te, esta cita de su fantasía comienza a volver en su imaginación. Soplándole en el oído, besándole su cuello, creo que me entiende. Adelantando algunos cuadros, usted se ve a sí mismo desnudo sobre el piso, jadeando con pasión, al borde del acto sexual, cuando él o ella se aparta repentinamente y dice: “espera un momento, me olvidé de decirte algo… yo soy HIV positivo. Pero mira, tengo un condón que pode­mos usar”. ¡Oh! ¿Y ahora qué? ¿Está usted tan désvalidamente inflamado de pasión como para que diga sin aliento: “No puedo controlarme. Sigamos adelante, probe­mos el condón y simplemente crucemos los dedos”? ¡No lo creo! Creo que de pronto usted descubre un instantáneo autocontrol. Usted sentirá probablemente que su ,imante fantástico/a extrajo un arma y amenazó su vida. En esta situación, el impulso de tener relaciones sexuales no sobrepasó su deseo de salvar su propia vida. La verdad es que tenemos autocontrol, es solamente un problema de querer usarlo”.

¿CÓMO VENCER LA TENTACIÓN SEXUAL?

A. Pon un freno a tus ojos.

Alguien dijo una vez: “No está mal mirar a una chica, lo que está mal es desnu­darla con la mirada”. Un pastor dijo: “La primera mirada no está mal, sino la segunda”. Entonces un joven levantó la mano y preguntó: “pastor, usted dice que la prime­ra mirada no está mal”. Sí, dijo el predicador. El joven volvió a insistir: “Y usted dice que la segunda mirada sí está mal”. Sí, volvió a responder el pastor. Aquel joven terminó preguntando: “¿Taan laaaaarga puede ser esa primera mirada?”.

Recuerda que los pecados de varios personajes bíblicos comenzaron con la vista. “Y vio la mujer quo el árbol ora himno para comer y que era agradable a los ojos y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto…” (Génesis 3:6).

Nota: hay tres palabras que constituyen los peldaños en la escalera descendente al pecado: ver, codiciar y tomar. El caso de David no es menos desagradable. El capítulo 11 del segundo libro de Samuel nos comenta la triste historia del hombre a quien Dios había llamado “varón conforme a mi corazón”: “Sucedió un día, al caerla tarde, que se levantó David de su lecho y se paseaba sobre el terrado de la casa real; y vio desde el terrado a una mujer…”, 2° Samuel 11:2. El versículo 4 dice: “Y envió David mensajeros y la tomó…”

Jesús nos advirtió diciendo: “Por tanto, si tu ojo derecho te hace pecar, sácatelo y tíralo. Más te vale perder una sola parte de tu cuerpo, y no que todo él sea arrojado al infierno” (Mateo 5:29 NVI). Además Jesús dijo: “El ojo es la lámpara del cuerpo. Por tanto, si tu visión es clara, todo tu ser disfrutará de la luz” (Mateo 6:22 NVI).

No debes ignorar que los ojos son órganos sexuales muy poderosos. Helen Fisher dice que “tal vez sean los ojos y no el corazón, ni los genitales ni el cerebro, los órganos donde se inicia el romance, pues es la mirada penetrante la que provo­ca la sonrisa humana”. Además se ha comprobado que la mirada fija de dos o tres segundos puede reflejar un deseo sexual intenso. En otras palabras, si un joven tiene cierto interés por una chica o viceversa, sus pupilas se agrandan.

En su libro “El ojo chismoso”, Eckhard Hess comenta que los traficantes chinos de jade establecen los precios según lo que se le ensanche la pupila a su cliente. Los vendedores turcos de alfombras, llevan anteojos oscuros para ocultar su interés. Las pupilas de hombres y mujeres se dilatan cuando ven la imagen de un desnudo del sexo contrario. Las cortesanas o prostitutas han utilizado durante muchos siglos la belladona para dilatar las pupilas, y varios pintores del siglo veinte pintaron sus desnudos con pupilas enormes. Se ha descubierto entonces que las pupilas dilata­das son señales sexuales manifiestas.

Por tanto, ten cuidado con tus ojos. Una mirada codiciosa conduce a menudo a pensamientos pecaminosos que pueden dar lugar a una acción inmoral. Job tiene un buen consejo que darte: “Hice pacto con mis ojos; ¿Cómo, pues, había yo de mirar a una virgen?”. Un pacto con los ojos es una buena decisión para evitar todo pecado sexual.

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