Continuemos.

Esta historia puede tener diferentes finales: Ella tiene que encarar la maternidad sola, o él carga con una responsabilidad para la que no está preparado. Otro posible final: Ella aborta. Las consecuencias no sólo son nefastas para la criatura que crecía en su interior, sino que ella misma queda desgarrada en su cuerpo y sus emociones… ¿Es necesario que sigamos sugiriéndote diferentes finales?

¡Un verdadero incendio que podría ser evitado con un poco de responsabilidad! Y no estamos pensando tan sólo en métodos anticonceptivos, los cuales no son definitiva­mente seguros. Nos referimos al amor responsa­ble por el otro y por nosotros mismos. Aún sin embarazo, tratar sin cuidado tu sexualidad puede tener consecuencias difíciles, como enfermeda­des, o sensaciones feas como el miedo, la insegu­ridad o la insatisfacción.

La buena noticia es que aún luego de los incendios más terribles Dios quiere estar a tu lado con su inmenso amor. Él puede reparar los daños más severos. Si se lo permitimos, él desea curar esas heridas que noso­tros creemos que nunca cerrarán. Él puede entrar en los rincones más escondidos de nuestro ser para sanarnos. El humo de la culpa no debe atra­parte entre los escombros de algún incendio… Pide ayuda a tu Creador, busca a alguien que te ame y se deje guiar por Dios para acompañarte en la restauración.

Compromiso Ardiente.

Dios le dio el fuego al hombre para que lo administre con sabiduría, y le dio la chimenea del amor comprometido para que su sexualidad le dé calor sin quemarlo. Por eso le regaló el matrimonio, que no es otra cosa que un hermoso hogar donde contener el fuego, donde dos personas que se aman deciden compro­metidamente cuidarse el uno al otro, respetar sus emociones y pensamientos, compartir sus expe­riencias, ponerse de acuerdo en sus voluntades y, como la frutilla del postre… entregar su cuerpo el uno al otro.

Sé sabio (sabia) a la hora de administrar el fuego de tu sexualidad. A tu lado hay una perso­na hermosa que te interesa. Toma el compromiso de cuidarla del fuego, aunque sabes que ardería con gusto. No enciendas nada que no estés preparado o preparada para contener y controlar responsablemente. Si no estás comprometido con la persona que te rodea, no enciendas ninguna fogata.

Otra cuestión es tener en cuenta en qué lugar enciendes el fuego. Si lo haces donde nadie pue­de verte, las caricias fluirán hasta perder el control. No hagas un asado en el depósito de una papelera. La casa con los padres ausentes, un lugar oscuro y fuera de la vista de otros… son lugares de muy alto riesgo, donde el fuego arde rápidamente.

Esperar al Matrimonio es Esperar las Mejores Condiciones.

Es liberarse de problemas tristes, es cuidarte y cuidar a quien amas. Esta no es la idea de un castrador que espera que te reprimas. Es el con­sejo amoroso de quien sólo te pide paciencia para que el fuego te regale tibieza en lugar de des­trucción.

Principios Importantes.

  • Las zonas genitales, los pezones y lugares próximos son detonadores peligrosos. Es posible que no puedas controlar la cuenta regresiva antes de la explosión.
  • Mayor aislamiento, mayor peligro. Algunos lugares secretos y oscuros pueden funcionar como una refine­ría llena de combustible. Ten cuidado dónde enciendes los mimos, aunque sea una pequeña chispa. En caso de incendio rompa el cristal de la confesión, responda por los cos­tos y no vuelva a actuar con impruden­cia.

Preguntas que merecen Respuestas.

  • ¿Estamos charlando, saliendo y sir­viendo lo suficiente como para que el tiempo de caricias no se extienda demasiado?
  • ¿Cuidamos nuestra relación con Dios como para estar atentos a su voz de pre­vención?

Oración.

Te amo, Señor; y te agradezco por tu amor tan grande. Ayúdame a ser prudente con mi sexualidad. Recuérdame constante­mente que debo ser responsable por mí y por quien amo. Ayúdame a vivir cada etapa y a tener paciencia para esperar el mejor tiempo.

Extracto del libro “El Amor de mi Vida ¿Quién Será?”

Por Germán y Daniela Ortiz

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