2º ENTREVISTA

Realizada a Claudio Bincaz, líder de Jóvenes, Centro Cristiano Dios es Amor, pastor Omar Olier, Mar del Plata.

—¿Cómo te sentiste cuando Dios comenzó a traer varios chicos góticos a la iglesia?

—Confieso que mis primeras reacciones ante los chicos góticos y/o darks, no fueron las mejores. Uno no se da cuenta de las fortalezas mentales y los preconceptos que tiene, hasta que la obra del Espíritu Santo te lo hace saber. A mí me ayudo mucho haber conocido a Matías (el joven que primero se entregó y trajo a sus amigos) desde que era un preadolescente. Cuando me encontré con él y me comentó acerca de su entorno de amigos, de sus reuniones en la Catedral, lo primero que me vino a la mente eran las imágenes de ese grupo de chicos tan particulares que se reunían ante la mirada prejuiciosa de los “normales” habitantes que transitaban la peatonal San Martín.

Pero ahora entiendo que Dios ya me venía preparando para este encuentro, porque desde hacía un tiempo me sentía muy tocado con la vida de Juan el Bautista. Salvando las distancias (que son muchísimas), el hijo de Elisabet fue como el Che Guevara espiritual que revolucionó su época. No era común ver que alguien alce la voz ante lo “formal” de la sociedad (incluyendo el ámbito religioso), diciéndoles cosas tales como: Generación de víboras! Mas aún si tomamos en cuenta su vestimenta y sus hábitos alimenticios. Si esto no rompió estructuras de la época, decime qué lo hizo.

Entonces cuando Matías me hablaba, me acordé de esto: Juan el Bautista fue un heavy o un dark de su época. Y se lo dije.

—¿Cómo lo tomó el resto de la iglesia, otros líderes, pastores?

—Poco tiempo después llegaron al Cuerpo de Cristo los nuevos darks que habían entregado su corazón al Salvador. Parecía el cuadro de Colón frente a lo selecto de la sociedad española mostrándoles a los nativos del Nuevo Mundo. Las miradas, los gestos y las murmuraciones fueron la alfombra roja que los recibió en la iglesia.

Tengo que destacar la especial bienvenida de nuestra pastora, Graciela, que en una reunión habitual de líderes de jóvenes dijo: “Vamos a juntar una ofrenda para comprarles una Biblia a cada uno”. Y así lo hicimos.

Un domingo, se hizo la entrega de las “nuevas espadas” a cada uno de ellos. Graciela oró por sus vidas. Fue un momento inolvidable.

—¿Notabas que Dios hacía alguna diferencia en sus vidas?

—Sí. Poco a poco empezó a notarse cambios visibles en sus vidas. Recuerdo puntualmente el caso de una de las chicas que no la conocí cuando me la crucé. Estaba distinta. Cara lavada, poco maquillaje, diferente vestimenta. Pero algo falló. Uno de los chicos llamado Luciano, no soportó la sobredosis de miradas condenatorias. Y ya no quiso venir.

Otra chica del grupo cometió “sincericidio”, ya que dijo lo que pensaba de algunos líderes “barnizados” con religiosidad. Viendo esto, comprendí que a veces la iglesia no está preparada para asimilar lo nuevo y poco habitual de la sociedad actual. Entonces fui motivado a tener más amplitud de criterios en varias áreas de mi vida.

—Desde esos primeros chicos darks que llegaban espontáneamente, ¿cómo organizaste el trabajo?

—Allí junté a dos de los chicos, Matías y Víctor, y les dije: “Ustedes tienen un llamado misionero a un grupo no alcanzado, similar a lo de Pablo y Bernabé. Vayan, tienen todo mi apoyo y cobertura espiritual”. A la semana siguiente, en la reunión semanal que teníamos con los demás jóvenes, los comisionamos para que hicieran su labor sin ninguna estructura asfixiante. Meses después abrieron una célula. Les asignamos un líder (que ellos eligieron), que comparte y ayuda de acuerdo a las circunstancias que se les van presentando. Y el resto del grupo, tomamos el compromiso de orar por ellos cada vez que por diferentes motivos pasábamos frente a la Catedral.

—¿Qué podrías aconsejarle a otros líderes a la luz de tu experiencia?

—Con respecto a lo antes mencionado, mis sugerencias son las siguientes:

Tengamos amplitud de criterios. Saquémonos el almidón eclesiástico que nos hace transitar rígidamente por la vida.

No podemos estar con actitudes y comportamientos de la iglesia de los setenta, ochenta o noventa. La sociedad cambió! No seamos impacientes espirituales. Renunciemos a la mentalidad “toque rápido del Señor”.

El Señor quiere limpiar y quitar de su pueblo la obsesión por controlar y manejar aquello que damos a luz.

La cultura la cambiamos desde adentro, sin condenarla desde afuera.

Extracto del libro “Tribus Urbanas”

Por María José Hooft

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