El Mito de la Coincidencia

Natán entró corriendo a la cocina y casi hace caer a su mamá al suelo.

—¡Natán! —gritó.

—Lo siento mamá, pero tienes que ver este libro que me prestó Tomás —le contestó mientras ponía los libros de la es­cuela sobre la mesa del comedor y separaba uno de la pila—. Son muchas predicciones y cosas así escritas por un hombre llamado Nostardamos o algo así.

—¿Nostradamus?

—Sí, ese mismo, ¿has oído hablar de él?

—Mmmm…

—¡Qué bárbaro! Predijo muchísimas cosas antes de que sucedieran, por ejemplo Hitler, la Segunda Guerra Mundial y el asesinato de Kennedy. Tomás dice que incluso hay algo aquí de M.C. Hammer.

—¿Conque eso fue lo que te dijo?

Natán se detuvo por un momento y con una mirada sospe­chosa buscó el rostro de su madre.

—¿Qué pasa mamá? Tienes una mirada…

—Oh, no me pasa nada. Sólo me pregunto si leíste las profecías que escribió o fue que simplemente alguien te habló de ellas.

—Sí, bueno, Tomás me las enseñó.

—¿Y no te parecían un tanto vagas y ambiguas, como si las hubieran aplicado a un sinnúmero de situaciones o interpretaciones?

Natán pensó y entonces contestó: —Mmmmm, creo que sí.

—¡Es increíble ver cómo la gente cree tanto en las dudosas profecías de Nostradamus e ignoran por completo las profecías tan claramente cumplidas de las Escrituras!

Natán escuchó muy atentamente mientras bajaba el libro de Nostradamus y luego preguntó: —¿Cómo qué?

—¿Cómo qué? —Repitió extrañada de que Natán le hiciera esa pregunta—. Por ejemplo, Miqueas predijo el nacimiento de Jesús en Belén. Y Zacarías predijo que el Mesías entraría a Jerusalén no en un caballo de batalla, sino en un burro.

—Ah, sí, y también que sería traicionado, ¿no? —dijo Natán.

—Correcto. Que un amigo lo iba a traicionar por 30 piezas de plata, que sus manos y pies serían traspasados, que sus huesos no serían rotos, etc. Detalles, Natán, no generalizaciones vagas ni adivinanzas afortunadas, sino docenas de predicciones específicas que se hicieron realidad con un ciento por ciento de exactitud. Y esas sólo son las profecías mesiánicas. Lo mismo es cierto de las profecías acerca de ciudades y naciones a lo largo de la Biblia.

—Hace ver a Nostradamus como un tonto, ¿no? —concluyó Natán.

—Como tonto y charlatán —dijo su mamá con una gran sonrisa.

La mamá de Natán está en lo cierto. La profecía bíblica revela sin lugar a dudas el carácter único y la confiabilidad de las Escrituras hebreas y cristianas.

(CONTINÚA…)

Extracto del libro “No Dejes Tu Cerebro en la Puerta”

Por Josh McDowell y B. Hostetler

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