El Mito del Lavado de Cerebro.

Mucha gente cree que la conversión cristiana es una experiencia inducida sicológicamente y efectuada a través de presentaciones persuasivas y emotivas de «mitos cristianos». Se imaginan que la vida cristiana es una quimera. En otras palabras, los cristianos se engañan y también engañan a otros con juegos mentales elaborados que producen algunos cambios en su comportamiento. Esto es un mito.

Estaba dando mi testimonio durante un debate en una clase de historia. Ya casi al terminar, el profesor dijo lo siguiente: —Mira, McDowell, estamos interesados en hechos, no en testimonios. Me he encontrado con demasiadas personas alrededor del mundo que han sido transformadas por Cristo.

—Gracias —le dije— déjame terminar lo que estaba diciendo, para entonces concentrarme en tu comentario.

Unos momentos después, enfaticé la objeción del maestro. —Muchos de ustedes dicen: «Cristo cambió tu vida ¿y qué?» Les voy a contestar el «y qué». Algo que me ha confirmado la resurrección de Jesucristo, sucedida hace 2000 años, es la transformación de la vida de millones de personas cuando se relacionan en fe con la persona de Jesús. A pesar de que provienen de diferentes formas y estilos de vida y de todas las naciones del mundo, se transforman en maneras increíblemente similares. Desde el profesor más brillante hasta el salvaje más ignorante, luego de confiar en Jesús, su vida comienza a cambiar. Algunos dicen que es sólo programación mental, o senci­llamente se excusan diciendo que eso no prueba nada. Para un cristiano, detrás de su experiencia subjetiva hay una realidad objetiva como base. Esta realidad objetiva es la persona de Jesucristo y su resurrección. Por ejemplo, supongamos que un estudiante entra a este salón y dice: «Oigan, tengo un tomate cocido en mi pie derecho. Este tomate ha cambiado mi vida y me ha dado la paz, el amor y el gozo que nunca antes había tenido. No sólo eso, sino que ahora puedo correr los 100 me­tros en 10 segundos».

Sonreí a la clase.

—Es difícil discutir con un estudiante así, —continué—, si su vida respalda lo que dice… especialmente si corre 100 metros en «menos de lo que canta un gallo». Con frecuencia un testimonio personal es el argumento subjetivo para la realidad de algo. Por lo tanto no desechemos una experiencia subjetiva como algo irrelevante. Sin embargo, hay dos pruebas que yo aplico a una experiencia subjetiva. Primero: ¿Cuál es la realidad objetiva para la experiencia subjetiva? Segundo: ¿Cuántas otras personas han tenido la misma experiencia subjetiva como resultado de su relación con esta realidad objetiva? Si tú aplicas esos exámenes al tomate cocido en el pie, ¿qué pasa? Él contestaría la primera como: Un tomate cocido en mi pie derecho. La segunda pregunta se podría hacer de la siguiente ma­nera: ¿Cuántas personas en este salón, en esta universidad, en este país, en este continente y así sucesivamente, han experimentado el mismo amor, paz, gozo, e incrementado su velocidad al correr como resultado de un tomate cocido en el pie derecho?

La mayoría de los estudiantes reaccionaron a la pregunta con risas. ¿Quién puede culparlos? Era obvio que la respuesta a la segunda pregunta era «¡Ninguna!»

¿Qué pasa cuando estas dos pruebas se aplican a la experiencia cristiana?

1. ¿Cuál es la realidad objetiva o base para mi experiencia subjetiva de una vida cambiada?

Respuesta: La persona de Cristo y Su resurrección.

2. ¿Cuántas otras personas han tenido esta misma experiencia subjetiva relacionada con la realidad objetiva de Jesucristo?

Respuesta: Millones, de todo tipo de estilos de vida, nacionalidades y profesiones, sus vidas han sido cambiadas a un nuevo nivel de paz, gozo y victoria al entregar sus vidas a Cristo. La experiencia de la conversión cristiana no es un lavado de cerebro. A pesar de ser subjetiva, la experiencia cristiana se basa en una realidad objetiva e innumerables veces se repite dramáticamente en la vida de toda clase de personas. A propó­sito, el apóstol Pablo se refiere al poder dinámico de la experiencia cristiana cuando le escribe a los corintios en 1 Corintios 6.9-11.

Ejercicio.

Desarrolla tu capacidad para enfrentar el mito del lavado de cerebro leyendo las siguientes porciones de Hechos e indicando el nombre, nacionalidad y profesión de la persona, cuya vida ha sido cambiada a través de la fe en Cristo. El primero te servirá de ejemplo.

Hechos 8.26-39.

Nombre: Desconocido

Nacionalidad: Etíope

Profesión: Oficial gubernamental

Hechos 9.1-9, 17-19.

Nombre:

Nacionalidad:

Profesión:

Hechos 10.1-45.

Nombre:

Nacionalidad:

Profesión:

Hechos 16.11-15.

Nombre:

Nacionalidad:

Profesión:

Hechos 16.22-33.

Nombre:

Nacionalidad:

Profesión:

Extracto del libro “No Dejes Tu Cerebro en la Puerta”

Por J. McDowell y B. Hostetler

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