Continuemos.

2. ¡Los Pensamientos Negativos Sí Duelen!

El hecho es que un pensamiento negativo tiene muchas más probabilidades de causarte dolor o de dar lugar a situaciones que te provoquen dolor. Considera estas estadís­ticas:

A. Aproximadamente un 70% de todos los adultos tie­nen una opinión negativa sobre sus trabajos. Dicen que odian ir a trabajar por la mañana. Son los que tie­nen mayores probabilidades de perder sus trabajos o sufrir accidentes en ellos. Son los más propensos a contraer úlceras por cuestiones de trabajo. ¿Duele perder un trabajo o sufrir una enfermedad por moti­vos laborales? ¡Claro que sí!

B. En una investigación, los psicólogos descubrieron que el 80% de todos los mensajes del exterior que entran diariamente en la mente humana son mensajes de fra­caso: «no hagas», «no puedes», «no debes». Mensajes que nos rodean continuamente. Quienes internalizan estos men­sajes y los personalizan, probablemente actúen con gran precaución. Pero si nos preocupamos demasiado por ser precavidos, tendremos muchas más probabili­dades de sufrir enfermedades mentales y problemas emocionales, y de percibirnos a nosotros mismos co­mo fracasos. ¿Es real el dolor emocional? ¡Por supues­to que sí!

C. Más de un millón de jóvenes abandonarán la escuela este año, y la razón principal por la que lo hacen es: «No me siento valorado, deseado, o capaz». En otras palabras, sufren de mentalidad de langosta. ¿Es posi­ble que su decisión de dejar la escuela les cause dolor a nivel social y económico? Sí; es inevitable.

D. Si consideramos el problema del abandono de los es­tudios desde otro ángulo, veremos que el 80% de to­das las personas que están en la cárcel han abandona­do sus estudios secundarios. Casi todos ellos admiten que han sentido que la sociedad los desvalorizaba mu­cho tiempo antes de cometer algún delito. ¿Es doloro­sa la vida en una prisión? Para la mayoría de los pri­sioneros, sí.

Pensar en forma negativa puede causar dolor. Pero, ¿ayuda verdaderamente pensar en forma positiva? Las pruebas cien­tíficas muestran que sí. Los pensamientos positivos liberan en nuestro cerebro sustancias químicas que están relaciona­das con una sensación de gozo y bienestar. Estas sustancias pueden llegar a bloquear el dolor físico en el cuerpo. Numerosos médicos y otros profesionales que tratan a personas aquejadas de graves enfermedades les aconsejan que piensen en forma positiva. Y los resultados son sobrevi­das más prolongadas para quienes tienen fe y una actitud positiva.

Escri­be un ejemplo de cómo puede dañarte pensar en forma negativa.

Pensar en forma positiva no es meramente una idea agradable. Es una perspectiva de vida que puede ayudar verdaderamente al cuerpo, la mente y el espíritu. Más allá del pensamiento positivo, por supuesto, está la acción positiva. Ese es el verdadero mensaje de este libro. No es suficiente con que pienses en forma positiva. Debes ir más allá de eso y actuar en forma positiva. Por ejemplo, puedes conocer el principio de la honestidad, y que es bueno para ti ser honesto. Pero sólo cuando comiences a actuar en forma honesta, en tus decisiones y tus acciones, recibirás en forma concreta los beneficios de la honestidad en tu vida.

Les he preguntado a muchas personas que han venido a oírme hablar, cómo definirían la palabra «positivo». Aun los niños pequeños saben que «positivo» está relacionado con el signo de adición, que es algo bueno. La dificultad aparece a la hora de aprender a responder positivamente ante la vida y que las acciones y reacciones positivas se den automáticamente en nuestra vida. Nuestro mayor desafío es no sólo pensar en forma positiva sino responder y ac­tuar en forma positiva, sin importar las circunstancias.

Tanto pensar cómo actuar en forma positiva comienzan con nuestra decisión consciente de pensar y actuar en esa forma. Ora pidiendo a Dios que te ayude a elegir pensar y actuar positivamente. Pídele que te ayude a recordar el versículo de esta semana cada vez que te sientas tentado a ser negativo.

(CONTINÚA…)

Extracto del libro “Venciendo en la Tierra de los Gigantes” (Edición Para Jóvenes)

Por William Mitchell

Lee El Cuarto Estudio de la Segunda Semana.

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