El Mito de la Hombría.

Créanme, las conversaciones de los chicos en el vestidor de la secundaria, no son normalmente la clase de conversa­ciones que quisieras que tu mamá escuche.

Tu amigo te pega con la toalla diciendo: —Oye, Juan, ¡qué onda! ¿Cómo te fue el viernes en la noche con Andrea?

El tipo de al lado te pega un codazo en las costillas: —¿Qué onda, te sacaste la lotería?

—Es que la verdad está guapísima —te dice otro.

—¿Y qué te dio para desayunar al otro día?

Seguido por carcajadas, gestos, cotorreos y comentarios cavernarios como, «guuaooo», «azúúúcar», «mi reina», «mamacita» y otros que es mejor ni mencionarlos.

Pero muchos jóvenes conocen la presión de estas situa­ciones. Aunque no digas ni hagas nada, tienes que dar la impresión de que lo hiciste, de que te las sabes «todas», y de que, por supuesto, tuviste relaciones sexuales. Si no, eres un «marica». El sexo es como un rito de iniciación. No eres un hombre hasta que hayas tenido relaciones sexuales. Eso es un mito. Es una mentira del diablo.

Como lo he dicho a miles de jóvenes en la campaña nacional «¿Por qué esperar?» a través de los Estados Unidos: ¿Qué tiene que ver el sexo con ser un hombre? Un chico de 12 años puede tener relaciones sexuales, pero se necesita ser un verdadero hombre para decir que no.

Se necesitan agallas para pararse y decir: «Mira, ahora no quiero involucrarme sexualmente. La virginidad es algo para sentirse orgulloso, no algo de qué avergonzarse».

Tener relaciones sexuales es relativamente fácil. No se necesita madurez o fuerza de voluntad. Pero, pararse, enfrentar a la multitud y resistir a solas la corriente es difícil. Se necesita tener agallas, carácter y fortaleza para hacerlo.

A lo mejor no te has dado cuenta, pero la Biblia narra algunas historias muy claras acerca de la tentación sexual y el pecado. Una de ellas involucra a José. José trabajaba para un oficial egipcio llamado Potifar. La Biblia es muy clara cuando dice: «José era de hermoso semblante y bella presencia, y aconteció después de esto, que la mujer de su amo puso sus ojos en José y le dijo: duerme conmigo».

Muy fácilmente José pudo dejarse seducir. Y quizás irse después al vestidor y presumir de su conquista. Era su oportu­nidad de probarse a sí mismo que era «un hombre». Pero la Biblia narra que él dijo «no» más de una vez, y acabó en la cárcel como resultado de decir que no, cada vez que la esposa de Potifar le «tiraba la onda». Pero José tenía fortaleza, agallas y carácter. José era todo un hombre.

Se necesita ser un hombre así para decir que no a la presión. Se necesita ser hombre para seguir lo que nos dicta la conciencia. Se necesita ser hombre para rechazar y no conformarnos con la multitud. Se necesita ser hombre para decir no.

Ejercicio.

Desarrolla tu capacidad para enfrentar el mito de la hombría con este ejercicio:

Lee Génesis 39:1-9. José tuvo la oportunidad de irse a la cama con la esposa de Potifar. ¿Cuál fue su respuesta? (vs.8) Él dio dos explicaciones para su decisión (vs.8-9). ¿Cuáles fueron sus razones?

Lee Génesis 39.10. ¿Con cuánta frecuencia tuvo José que enfrentarse a la tentación? (vs.10) ¿Cómo trató de evitarla? (vs.10).

Lee Génesis 39:11-23. ¿Cómo respondió José cuando se encon­tró solo con la esposa de Potifar y ella lo tentó? (vs.12) Aun así José fue castigado como resultado de su virtud, pero ¿qué bendición recibió por no pecar contra Dios? (vs.20-23).

Extracto del libro “No Dejes Tu Cerebro en la Puerta”

Por J. McDowell y B. Hostetler

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