El Mito del Anarquista.

Germán, el cangrejo, corrió por el fondo del mar para meterse bajo la roca familiar.

—¡Quiero ser libre! —le gritó a su padre—. ¡No sé cómo esperan que lleve puesta esta estúpida concha las veinticuatro horas del día! ¡No va con mi estilo, además, me limita! ¡Algunos de mis compañeros de grupo van a empezar una protesta anticoncha, y creo que me les voy a unir!

Su padre Alfredo, el cangrejo, inhaló profundamente y puso una de sus pesadas tenazas sobre el hombro de Germán (los cangrejos tienen hombros, aunque sólo otros cangrejos saben dónde termina el hombro y comienza la espalda). Germán suspiró impacientemente.

—Hijo, déjame contarte una historia —le dijo su papá.

—Papi, no otra vez…

—Es acerca de Horacio, el humano, que insistía en ir a la escuela descalzo. Él se quejaba de que sus zapatos lo limitaban, que no iban con su estilo. Añoraba estar libre para andar descalzo sobre el pasto y las flores, y a través de los campos y arroyos. Finalmente, su mamá se lo concedió. Salió de la casa y adivina lo que sucedió.

Germán abrió su boca, pero su papá continuó antes de que él pudiera responder.

—Horacio, el humano, se paró sobre un vidrio roto de botella. Y tuvieron que darle 20 puntos en el pie y otro humano salió con su novia en la graduación.

—Esa es una historia muy tonta, papá.

—Quizás, hijo, pero el punto es que en alguna época de su vida todo cangrejo se ha sentido así. Pensando que la vida sería mucho mejor si estuvieran totalmente libres de la concha. Pero eso es como si un marino estuviera cansado de estar limitado al barco y quisiera la libertad para saltar en el mar. Él puede creer que eso es libertad, pero si no regresa al barco o a la orilla, pronto se ahogará y ¿qué clase de libertad es esa? Germán pensó en las palabras de su padre.

—Pronto vas a valorar tu concha, hijo —le dijo al pequeño cangrejo—. Al crecer todo cangrejo cambia de concha. Cuando eso suceda, estarás más vulnerable que en cualquier otra etapa de tu vida, hasta que la nueva concha se ponga dura como esta. Deberás tener mucho más cuidado y estar más alerta que nunca. Vas a estar mucho menos libre sin la concha que con ella.

—Qué chistoso papá, nunca lo pensé de esa manera. ¿Quieres decir que muchas veces algo que parece limitar nuestra libertad en realidad hace que tengamos más libertad?

—Así es —dijo su papá—. ¿Qué haces para ser tan inteligente hijo?

Ejercicio.

Desarrolla tu capacidad para enfrentar el mito del anarquista con este ejercicio:

Mucha gente considera los Diez Mandamientos y las enseñanzas de Jesús como limitantes y restrictivas. Sin embargo, en realidad hacen que la verdadera libertad sea posible para los que la siguen.

Lee Éxodo 20.1-17. ¿Qué clase de libertad puede ser el resultado de obedecer los Diez Mandamientos? (Por ejemplo, obedecer el sexto mandamiento puede proveer libertad de enfermedades trasmitidas por relaciones sexuales.) Anota tus respuestas en los siguientes renglones:

Lee Mateo 5.1-12. ¿Qué libertades pueden resultar de seguir las enseñanzas de Jesús en estos versículos?

Lee Juan 8.36. Escribe este versículo a continuación:

Extracto del libro “No Dejes Tu Cerebro en la Puerta”

Por Josh McDowell y B. Hostetler

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