Pasaje clave: Salmo 119.

Hábitos saludables hay muchos. Hacer gimnasia regularmente, comer sano y a horario, dormir las horas necesarias para descansar el cuerpo y la mente, higienizarte regularmente y rechazar el alcohol, las dogras y el cigarrillo.

A lo anterior súmale el hábito de leer la Palabra de Dios. Sí, leíste bien. Leer la Palabra de Dios. ¿Sabes por qué? Porque al hacerlo mantendrás «higienizados» tu mente y corazón de todo pensamiento negativo, pesimista, fatalista y depresivo. La Palabra de Dios te mantendrá alejado del pecado y fortalecerás tu espíritu y tu mente.

¿Con cuanta frecuencia estás leyendo la Palabra de Dios? La Biblia es comunicación. Es la forma preferida de Dios para darte información clara de cómo vivir una vida que le agrade. Medita en ella y aplícala.

1. Medita en la Palabra de Dios.

Piensa en lo que has leído y observa lo que ocurre. ¿Qué sucede? ¿Quién son los personajes? ¿Qué hacen? ¿Qué sienten? ¿Qué piensan? ¿De qué hablan? ¿Qué les preocupa o qué los entusiasma?

¿Y qué harías tú en esa situación hoy?

Meditar es declarar las promesas del Señor. No es poner la mente en blanco ni hacer la posición de “la Flor de Loto” como los practicantes del yoga. No. Es declarar, hablar, es juntar la Palabra con las cosas que Dios te prometió, es hablar en positivo, es hablar fe. En la meditación pienso como Dios piensa. Hago míos sus pensamientos.

2. Ora la Palabra.

Convierte el versículo o relato en una oración y declárala en fe. Por ejemplo: “Gracias Señor, porque todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. “No tengo miedo porque tú Señor estás conmigo”. “A mí nada me faltará porque tú eres mi Pastor”.

Hazte preguntas claves que te desafíen. Por ejemplo:

  • ¿Hay algún pecado para confesar?
  • ¿Hay alguna promesa para reclamar?
  • ¿Hay alguna actitud para imitar o cambiar?
  • ¿Hay algún mandamiento o palabra para obedecer?
  • ¿Hay algún ejemplo para seguir?
  • ¿Hay alguna oración para hacer?
  • ¿Hay algún error para evitar?
  • ¿Hay alguna verdad o promesa para creer y reclamar?
  • ¿Hay algún motivo para agradecer o alabar a Dios?

3. Aplica la Palabra de Dios (Juan 13:17, Stg.1:22).

Pregúntate: ¿Cuál es el principio, la verdad o la enseñanza que Dios me quiere transmitir?

¿Qué podría hacer para practicar este principio, verdad o enseñanza, hoy?

Después, escribe una acción que llevarás a cabo para poner en práctica la verdad que descubriste. Vive de acuerdo a la Palabra de Dios.

Piénsalo.

Tómate de 10 a 15 minutos, todos los días, durante un mes, para leer la Biblia y meditarla. Cuando hayas descubierto lo que Dios quiere decirte, escríbelo. Ora por esa verdad y pídele a Dios la sabiduría y la determinación para aplicarla en tu vida.

Si formas éste hábito, lo disfrutarás y renovarás toda tu manera de pensar y de vivir.

Por Edgardo Tosoni

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