Pasaje clave: 1º Crónicas 1.

Si, si, si, ya lo sé… Este capítulo, y los siguientes, son los clásicos capítulos de la Biblia que todos pasamos de largo después de leer los primeros dos o tres versículos. “Pepe engendró a Pepito. Pepito engendró a Pepón. Pepón engendró a… Pepín”, y sigue… sigue… y sigue.

Sin embargo, estos capítulos aparentemente innecesarios, pueden revelarnos algunas muy gratas sorpresas. Tesoros escondidos de gran valor para el que tiene ganas de buscar. Palabras que te dejarán pensando…

¿EN QUÉ PENSABA EL ESCRITOR DE CRÓNICAS?

Pensaba en dejarle al pueblo de Israel información lo más detallada posible acerca de los orígenes de la nación de Israel hasta la época del reinado de David. Demostrar que sus orígenes no eran meramente humanos (no, no, primates tampoco) sino divinos.

En el principio de todas las cosas estaba Dios. Él fue la fuente del pueblo de Israel durante aquellos miles de años, él fue la fuente del rey David durante su prolongado reinado, y él, nuestro todopoderoso Dios es nuestra fuente y nuestro origen hoy. ¡Esto es espectacular!

No hay monos en tu genealogía, no hay causalidades cósmicas, misteriosas e inexplicables, ni marcianos, ¡no! En nuestro origen, como en el de Israel, está Dios.

Él nos diseñó, él nos amó, él nos creó, él nos hizo a su imagen y semejanza.

Él puso emociones, gustos, deseos, pasión, inteligencia, capacidades, dones, habilidades, fuerza, determinación y voluntad en cada uno de nosotros.

Él es nuestro Señor y Dios. Somos su “producto”, el resultado más maravilloso de toda su creación. Nuestros orígenes se remontan a Dios mismo.

Cuando los padres judíos le leían las crónicas a sus hijos les iban señalando uno a uno sus antepasados. “Mira, aquí está tu abuelo. Y ese de ahí era el abuelo de tu abuelo… Aquel era mi tío, y ese otro era el padre de él… Y aquél, el primero de la lista, fue Adán”.

“Papi, ¿y de dónde vino Adán?”

“Él vino del deseo y del amor de Dios. Su corazón lo deseo, su mente lo soñó, sus manos lo formaron, y su Espíritu le dio vida. Y lo mismo hizo con cada uno de nosotros”.

Eres el deseo de Dios. Eres su sueño. Eres lo que más anhela su corazón. Eres su tesoro más precioso. Nunca lo olvides.

Extracto del libro “Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes: 1º Crónicas”

Por Edgardo Tosoni

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