Pasaje Clave: Mateo 18.

MAYORES Y MENORES
¿Quién es el mayor en el reino de los cielos? (vs.1-4).
¿Descubriste la respuesta? Sí, excelente. El que se humilla es el mayor.
¡Epa! ¿Cómo es esto?
Déjame explicarte primero lo que NO es humillarse.

  • Humillarse NO es dejarte maltratar.
  • Humillarse NO es permitir abusos.
  • Humillarse NO es echarte al abandono y morirte de hambre.
  • Humillarse NO es vivir en la pobreza.

Entonces, ¿qué es humillarse?
Humillarse es reconocer nuestra pequeñez delante de la presencia de Dios, y dejarnos enseñar y tratar por Él.
“Señor Jesús, nada puedo, nada sé, nada tengo, si tú no estás conmigo. Tú Señor, eres el fuerte, pero yo soy débil. Tú tienes todo el conocimiento, yo no sé nada. Tú eres el grande, pero yo soy pequeño. Lléname con tu poder y tu amor. Dame tu sabiduría y tus fuerzas porque te necesito».
Esto es humillación en su presencia. Y cuando lo haces, reconociendo delante de Él tus debilidades, fracasos y errores, entonces el Señor comienza a mejorarte, a sanarte y a corregirte. Él trata contigo para que seas lo que Él quiere que seas. Él te salvó y quiere hacerte ¡10 veces mejor!

Para “los que hacen tropezar” (vs.5-7) y para quienes “sus manos, pies y ojos les hacen hacer cualquier cosa” (vs.8-9), lee “Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes: Marcos” Día 17 y “Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes: Lucas” Día 14.

¿HERMANO O ENEMIGO?
Piensa en algún amigo que asista contigo a tu grupo juvenil. ¿Lo tienes? Imagina ahora que “ese” amigo peca en contra tuyo. Por ejemplo, habla mal de ti. O te critica a tus espaldas. O peor aún, inventa un chisme y se lo cuenta a todo el mundo. ¡O aún más grave! Te acusa falsamente de algo que tú no hiciste ni dijiste y te hace quedar muy mal delante de todos.

¿Cómo solucionas ese problema?
¿Qué tienes que hacer con ese amigo? (vs.15).
¿Y si no te oye y sigue haciendo lo mismo, qué haces? (vs.16).
¿Y si continúa pecando y no se arrepiente? (vs.17).
¿Te acuerdas de la oración de autoridad? ¡Ata la boca y las malas actitudes de ese “amigo” que no quiere arrepentirse y reconocer su pecado (vs.18).
Pero tú…

PERDONA… SÉ LIBRE… ¡Y DISFRUTA!
¿Cuántas veces tengo que perdonar? (vs.21-22).
Mira la parábola que les cuenta Jesús para ilustrarles la importancia de perdonar (vs.23-34).
El rey le perdonó la deuda a su siervo, ¡pero el siervo egoísta no quiso perdonar la deuda que su amigo tenía con él! Y terminó mal.
¿Cuál es la conclusión de la parábola? (vs.35).

Perdonar es para tu propia liberación. Cuando perdonas al que te ofendió  te sacas de encima la mochila de dolor, amargura, tristeza y rencor que venías cargando. Eres libre. Es como si te sacaras de encima un gran peso que no te permitía ser feliz.
Tienes que entender este principio espiritual: el perdón es para tí mismo.
Tú perdonas al que te lastimó y al hacerlo te sueltas de él, te liberas.
El resentimiento te tenía atado a esa persona. El dolor, el enojo, la infelicidad de recordar lo que te hizo te mantenía encadenado a ella, pero cuando perdonas, se rompen las cadenas y eres libres.

¿Y cómo perdono? Lo enseña Jesús en Marcos 11:25.
Perdonas orando.
Aquí tienes un ejemplo de oración que puedes hacer:
«Papá, en el nombre de Jesús, renuncio al odio y al resentimiento que siento por…………………… (nombra a la persona), por lo que me hizo…………. …………………………….. (nombra claramente lo que esa persona te hizo). En tu nombre la perdono. Y renuncio al rechazo, al desprecio y a todo lo negativo que siento por él/ella, y te pido que cortes toda atadura de dolor, bronca y amargura. La perdono en el nombre del Señor Jesús. Gracias por oirme. Recibo tu perdón y creo que tu amor me llena y me sana completamente».

Extracto del libro «Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes: Mateo»

Por Edgardo Tosoni

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