Pasaje clave: Levitico 21 y 22

¿Qué requisito tenían que cumplir los sacerdotes que presentaban las ofrendas delante de Dios?
¿Y cómo tenían que ser las ofrendas presentadas?

Sin Defectos.

¿Quiere decir que los levitas que habían nacido con problemas físicos, los que habían sufrido algún accidente y quedaron afectados, y los enfermos, no podían presentar ofrendas delante de Dios?
Sí, así es.
Ten en cuenta que los sacerdotes no eran como el resto del pueblo. Ellos eran diferentes. Habían sido escogidos y separados para Dios. Eran los únicos que podían entrar en el Lugar Santo del Tabernáculo y los únicos que mediaban entre Dios y el pueblo.

Dios es Santo, por lo tanto ellos siendo sus representantes y privilegiados al ocupar el lugar de sacerdotes de Dios, no podían estar contaminados ni contaminarse con nada.
En Cristo, tú y yo también somos sacerdotes. ¿Entiendes qué significa esto?

¿Con qué cosas y con quiénes no se podía contaminar el sacerdote?
 1º. 21:1.                        2º. 21:4-6.                           3º. 21:7-8.

¿Con qué cosas y con quiénes no se podía contaminar el sumo sacerdote?
 1º. 21:10-11.               2º. 21:10-12.                     3º. 21:13-15.

¿Quiénes no podrían oficiar nunca como sacerdotes de Dios?
¿Por qué no lo podrían hacer? ( 21:16 al 21, 23).
¿Pero qué es lo que sí podían hacer? ( 21:22).

Lo inmundo en la Biblia, no se refiere únicamente al pecado sino a todo aquello que produce muerte. Es inmundo todo aquello que puede “matar” tu relación personal con Dios, tus buenos pensamientos y sentimientos.
Es inmundo todo aquello que puede “matar” tus sueños y el propósito de Dios para tu vida. Lo que “mata” tus palabras de fe.

Todo lo que “mata” tu deseo de amar a Dios, de creerle y de obedecerle.
Es inmundo todo lo que produce divisiones, peleas y enemistades entre tú y tus hermanos en la fe “matando” tu amor y tu interés por ellos.
Para Dios nuestra apariencia física no es lo más importante. No importa si eres alto o bajo, gordo, flaco, si tienes granitos o si eres chueco. No importa si naciste con alguna discapacidad porque Él mira tu corazón.
Si tienes a Cristo en tu vida eres un sacerdote para Dios, no por tu cuerpo ni por tu apariencia ni por el color de tu piel, sino porque tu corazón ha sido limpiado con Su sangre preciosa y eres apto para servirle.

Pero si además de ser un hijo de Dios, estás participando en los ministerios de tu iglesia o colaborando en tu ministerio juvenil, también eres diferente a los demás. Tienes un privilegio muy grande y una responsabilidad mayor a la de aquellos “que nunca hacen nada“. Por lo tanto tu vida tiene que ser santa.

Tienes que mantener tu corazón y tus motivaciones limpias. Tu relación personal con Jesús tiene que ser más fuerte. Tu sujeción y obediencia a las autoridades tienen que ser mayores. Más que cualquier otro tienes que estar dispuesto a no enredarte con el pecado ni a esconder el pecado de nadie.

Pero no te confundas. Este mayor compromiso no significa vivir amargado, serio, sin reírte nunca “porque no puedo perder la santidad”. ¡No! No significa estar todo el día “encerrado en la iglesia” sintiendo que te pierdes la gran diversión que disfrutan los demás, “los que nunca hacen nada”. ¡No! Disfruta el privilegio de servir a Dios con todas tus fuerzas.

Piénsalo.

Últimamente ¿qué cosas “inmundas” hablaste, miraste o pensaste?
¿Cómo te afectó y cómo afectó a otros?
¿En qué áreas de tu vida te cuesta más vivir en santidad?
¿Eres de los cristianos “tristes y aburridos” o eres de aquellos que viven y disfrutan a full sin perder la santidad?

La santidad será el más poderoso escudo protector a lo largo de toda tu vida.

Extracto del libro «Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes: Éxodo-Levítico»

Por Edgardo Tosoni

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