¿Siempre los frutos son frutos?

Cierta vez llegué a casa de un amigo y le pregunté si podía comer un poco de uva que estaba en su mesa.  Ante su aprobación, con cuidado lavé el racimo, lo dejé un rato bajo el agua fría y cuando me lo llevé a la boca, descubrí que era un adorno de un plástico que increíblemente simulaba el fruto verdadero.  Pasaron muchos meses en el que mi amigo me preguntaba graciosamente: ¿quieres un poco más de uva?  Allí descubrí este sencillo principio: “no toda fruta es fruto”.

Muchas de mis acciones un día pasarán el fuego de Dios y serán quemadas, porque no he construido con materiales permanentes (1° Corintios 3:13).  Es más, muchas de las buenas obras (como predicar, sacar demonios en su nombre) serán consideradas como malas por nuestro Padre celestial (Mateo 7:22-23).  ¿Cuál es el secreto?

Creo que la diferencia radica en el propósito del fruto.  Solo es fruto que proviene de la vid verdadera, el que da Gloria al Padre.  El que permite la exaltación de su persona y no la mía ni la de mi ministerio.  Tengo temor cuando veo la gran promoción de nuestras iglesias y ministerios, que estemos buscando la autoexaltación de nuestras propias vidas.  Pero en este pasaje claramente Jesús dice en el vs.8  “Mi Padre es glorificado cuando ustedes dan mucho fruto y muestran así que son mis discípulos”. Cuando el Padre no es claramente glorificado, se trata de frutas de plástico.  Y créanme que el labrador viene a buscar frutos de SU VID.

Entendamos una verdad dolorosa: ¡¡El pámpano es horrible!!

Cuántas cosas se pueden hacer con la madera.  Casi con todas las ramas de los árboles se pueden hacer muchas cosas.  Hasta de las ramas más retorcidas del roble se pueden hacer muebles fabulosos.  Pero con los pámpanos o las ramas de la vid pasa algo extraño: además de ser horrible por fuera, por dentro no sirve más que para iniciar el fuego para poner otras leñas y así hacer asado. ¡¡Es que no sirve ni para buenas brazas!!

El único propósito de la rama de la vid (pámpano) es dar fruto.  Es simplemente un instrumento para traspasar sabia.  Eso soy yo… solo un instrumento por el que pasa la vida de Dios para dar frutos que glorifiquen su nombre.  Apenas me dedique a ver mi utilidad sin el fruto, veré una de las ramas más inútiles.  El problema de muchos de nosotros es que todavía no lo creemos.

Quien no da fruto para la gloria de Dios, no sirve para otra cosa.  No fue por casualidad que Cristo eligió este ejemplo.  “Sin mí no pueden hacer nada” “El que no permanece en mí es desechado y se seca”.

Pero como Dios está tan interesado en que llevemos frutos, porque en definitiva está interesado en Su gloria, entonces…

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