Pasaje clave: Levítico 4.

La 1º ofrenda, de los holocaustos, nos enseña entrega y negación, tal como lo hizo Jesús.
La 2º ofrenda, de flor de harina, nos habla del sufrimiento como medio usado por Dios, en determinadas circunstancias, para bendecirnos. Aunque el mayor dolor fue el que soportó Jesús.
La 3º ofrenda, de paz, nos enseña que en la relación personal con Jesús encontramos la verdadera paz con nosotros mismos y con él. Sin culpas y sin miedos.

4. Ofrendas por el PECADO.

¿Cuántos tipos diferentes de pecados se mencionan? (4:2, 3, 13, 22, 27-28).
Y si era el sacerdote quién pecaba, ¿qué tenía que hacer? (4:3 al 12).
¿Qué tenía que hacer la congregación cuando pecaba? (4:14 al 21).
¿Y qué tenían que hacer los líderes (jefes) cuando pecaban? (4:23 al 26).
¿Qué debía hacer cualquier miembro del pueblo si pecaba? (4:28 al 35).

Seguramente te llamó la atención la expresión “si pecare por yerro” (¿¡queeé!?). Eso quiere decir “pecar por ignorancia” (¡aaahhh!).
Muchas veces pecamos a propósito, deliberadamente. Sabemos que no hay que hacerlo y lo hacemos (después inventamos un montón de excusas tontas para justificarnos a nosotros mismos, pero ese es otro tema), pero en otras oportunidades pecamos ignorando que lo que hemos hecho es malo para nosotros o para otros.
Sea a propósito o por ignorancia, Dios no nos tira con un misil desde el cielo. Es paciente con nosotros aunque odia profundamente nuestro pecado.

¿Sabes por qué Dios asume esta actitud paciente y perdonadora? Por dos razones:

A. Porque así es Dios. Sí, aunque suene muy simple. Ser paciente, ser perdonador y darnos más oportunidades de las que merecemos es su forma de ser. Pero que te quede claro: Él aborrece el pecado y también nos disciplina y corrige cuando es necesario.

B. Porque Él sabe que tenemos una inclinación natural a pecar y que por nosotros mismos no podemos “ganarle” al pecado.
El pecado como poder está en nosotros desde nuestra gestación y seguirá hasta nuestra muerte.
Pero esto no significa pecar libremente y excusarnos deliberadamente: “No puedo, no puedo, el poder del pecado me hace pecar, quiero pero no puedo”. ¡Mentiras! Pecas porque quieres no porque estés obligado a hacerlo.
Aunque el pecado es un poder que opera en nosotros, el Espíritu Santo es mayor y nos hizo libres en Jesús.
En Cristo tenemos la mayor de las libertades: la libertad de elegir.
Eliges pecar o eliges no hacerlo.
La vida de Jesús en nosotros libera un poder mayor al del pecado, el poder para amar a Dios, honrarlo con nuestras decisiones y vivir en santidad.

Piénsalo.

Cuando pecas ¿qué actitudes tienes?
A. ¿Acusas y culpas a otros por lo que hiciste? (Como Adán y Eva en Génesis 3. ¿Te acuerdas?).
B. ¿Buscas explicaciones, excusas o justificaciones para que tu pecado parezca “menos malo” o “menos grave”?
C. ¿Ocultas lo que hiciste poniendo cara de “no pasa nada”, “todo está bien”, “yo jaaamaaaás haría algo así”?
D. ¿Buscas escapismos para no pensar en lo que hiciste: videojuegos, T.V., juegos de rol, música, estudiar o trabajar a full, dormir todo el día?
E. ¿Reconoces que pecaste, aceptas tu responsabilidad por lo que hiciste y le confiesas tu pecado a Dios creyendo que Él puede limpiarte y perdonarte completamente?

Solamente esta última actitud sanará tu corazón y solucionará el grave problema del pecado. Y recuerda que el único pecado que Dios no perdona es aquel que tú no le confiesas.

Extracto del libro “Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes: Éxodo-Levítico”

Por Edgardo Tosoni

DESCARGA GRATIS el PDF “Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes: Éxodo-Levítico”. Haz CLICK AQUÍ.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí