Pasaje Clave: Juan 5:1-24

Jesús deja Galilea y vuelve a Jerusalén (vs.1). Lo interesante es que al llegar a Jerusalén se detiene en un estanque llamado Betesda (vs.2).
Aquel sitio estaba plagado de toda clase de enfermos (vs.3). Todas las enfermedades que puedas imaginarte, de aquella época, estaban concentradas en ese estanque.
¿Pero por qué todos los enfermos se reunían en aquel lugar? ¿Qué tenía de especial? (vs.4).
Esto es muy interesante. No sabemos si realmente un ángel descendía y aquel que entraba primero se sanaba, o si aquello era parte de la creencia popular (hoy hay miles que van detrás de “santos” y “vírgenes” sanadores, y aún cuando la mayoría de ellos no obtienen nada, siguen yendo).

Entre tantos enfermos, ¿en quién se enfoca Jesús? (vs.5-6).
Algo movió la misericordia del Señor, algo de aquel enfermo lo conmovió. Tal vez haya sido el hecho de que llevaba 38 años atado a su enfermedad. Tal vez de todos aquellos él era el mayor. No lo sé, pero Jesús se detuvo en donde él estaba y le preguntó si quería ser sano.
Espera. Sé que la pregunta puede parecer absurda aún viniendo del propio Jesús (que nunca pregunta nada absurdo). ¿Acaso no es obvio que si el tipo está enfermo quiera sanarse?
Aunque sea obvio, Jesús lo pregunta por una razón: Estar sano implica asumir la responsabilidad total por la propia vida.
Nadie más lo llevaría y traería, tendría que moverse por sí mismo. Nadie más le daría algo para su sustento (comida, ropa o dinero), tendría que buscar trabajo y hacerse cargo de sus necesidades. Nadie más sentiría lástima por él, debería aprender a descubrir su propio valor y estima. Ya no dependería de otros, tendría que ser independiente y valerse por sí mismo. Ya no podría utilizar nunca más su enfermedad como excusa, como medio de control o como manipulación.
Hay personas que eligen “no sanarse” porque la enfermedad les genera beneficios (otros trabajan por ellos, otros cubren sus necesidades, otros solucionan sus problemas, otros se hacen cargo de sus vidas).
“¿Quieres ser sano? Tendrás que hacerte cargo completamente de tu vida”.

¿Qué le responde aquel hombre? (vs.7).

Interesante. ¿No podría haberle dicho a sus amigos (o familiares, conocidos, extraños, o quien fuere) que lo dejen en la orilla del estanque y le metan un buen empujón apenas se movían las aguas?
¿Qué hace Jesús? (vs.8).
¡Lo sana! Da la palabra y los sana. Simple, efectivo, práctico (vs.9).
¿Por qué no siguió sanando? Había una multitud de personas necesitadas y enfermas. ¿Por qué sanar sólo a uno?

Poco después Jesús lo encuentra en el templo, y mira la advertencia que le hace: vs.14.
Hay enfermedades naturales que no tienen ninguna relación con el pecado, pero hay otras que son el resultado directo de conductas y decisiones pecaminosas.
No peques más. Durante 38 años, día tras día, el pecado te enfermó. Perdiste tus energías, tus fuerzas, tu vigor, tus ganas de vivir, hasta que terminaste postrado sobre tu lecho. No peques más para que no te venga algo peor. El pecado no es un juego. Dios te alejará de él o él te alejará de Dios. Piénsalo y elige vivir sano.

Ante la sanidad del enfermo, ¿cómo reaccionan los judíos? (vs.16).
¿Qué les responde Jesús? (vs.17).
¿Y qué provoca en ellos su respuesta? (vs.18).
¡Más bronca le tenían! ¡Más ganas de matarlo! Pero el problema no era de Jesús, el problema lo tenían ellos que no estaban dispuestos a creer en él y a reconocerlo como Dios.

Jesús continúa con su respuesta y les aclara algunos puntos:

  • Lo que veo que mi Papá hace, yo también lo hago. Puedo hacer lo mismo que él hace (vs.19).
  • Mi Papá me ama, me revela lo que él hace y aún cosas mayores y más increíbles me mostrará y ustedes se asombrarán (vs.20).
  • Mi Papá tiene poder para dar vida y yo también (vs.21).
  • Y él me dio la autoridad para decretar juicio (vs.22).
  • Si ustedes honran a mi Papá, me honrarán a mí, y si no me honran a mí tampoco honran a mi Papá porque fue él quien me envió (vs.23).
  • Si oyen mi palabra y le creen a mi Papá tendrán vida eterna y nunca serán condenados (vs.24).

Extracto del libro «Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes: Juan»

Por Edgardo Tosoni

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