Pasaje clave: Éxodo 19 y 20.

Ya pasaron tres meses desde que los israelitas salieron de la esclavitud de Egipto y en este breve tiempo Dios los sorprendió con sus milagros y poderes.
La columna de nube guiándolos (y dándoles sombra) durante el día.
La columna de fuego alumbrándolos (y dándoles calor) durante las frías noches del desierto.
Un cruce en seco a través del mar.
Agua amarga convertida en agua potable.
Comida del cielo, nutritiva, dulce y abundante, llamada Maná.
Agua de la roca, y la primera batalla ganada contra los violentos de Amalec que quisieron destruirlos.
Y ahora, después de 3 meses de viaje, llegan al desierto del Sinaí, donde Dios los volverá a sorprender, pero esta vez con su sabiduría, su ciencia y su santidad.
¿Cuál es el primer mensaje que Dios le da al pueblo? (19:3 al 6).
¿Y qué responden ellos? (19:7-8).

Aunque tú y yo no seamos judíos, sí pertenecemos al pueblo de los perdonados y salvados por Jesús. Somos hijos de Dios. ¿Sabías que eres un tesoro especial para Él y qué Dios te ve como sacerdote y santo?
¡Eres especial para Él! ¡Eres su tesoro! ¡Eres un sacerdote cada vez que adoras y alabas a Jesús, con tu voz, con tu danza y con tu instrumento!
¿Estás viviendo con santidad en tus miradas, en tus actitudes, en tus pensamientos y en tus palabras?

Dios quiso hablar con Moisés y quiso que todo el pueblo escuchara su voz y su palabra, sin embargo ¿qué ordenó y que sucedió en el pueblo? (19:17-25, 20:18-19, 21).
¡Tremendo espectáculo en el Sinaí! Humo, truenos, relámpagos y temblores y la voz de Dios tronando poderosa. ¡Se asustaron! ¡Tuvieron miedo de morir! La orden de Dios fue terminante. ¿Por qué?
Porque Él es santo y el pueblo demasiado quejoso, murmurador y con muchos, muchos pecados a cuesta. ¿Entiendes?

Los 10 Mandamientos.

Estos son los 10 mandamientos principales que Dios le dio a su pueblo (porque después les daría muchos otros más):
1º. 20:1-3.                          2º. 20:4-6.                           3º. 20:7.                         4º. 20:8-11.                            5º. 20:12.
6º. 20:13.                          7º. 20:14.                             8º. 20:15.                        9º. 20:16.                              10º. 20:17.

Escucha: Los 10 mandamientos o cualquier otra ley, no sirven de nada si no recibes a Jesús como tu Salvador y Señor. Podrás saberte de memoria los 10 mandamientos, podrás ir a la iglesia todos los sábados y domingos, podrás hacer todo el esfuerzo que se te dé la gana para cumplirlos y obedecerlos, podrás recitarlos mil veces, pero si nunca invitaste a Cristo a vivir en tu vida y si nunca le pediste perdón por tus pecados, estás muerto en tu corazón y todo lo que hagas o recites de la Biblia no te servirá absolutamente de nada. ¿Te queda claro?

Hay personas que piensan equivocadamente que por cumplir alguno de los mandamientos, por ejemplo, no matar ni adulterar ¡ya está!, está todo bien con Dios ¡Mentira! ¡Siguen condenados! Porque seguramente les oran y les prenden velas a los santos y las vírgenes y se cuelgan crucifijos o coleccionan estampitas ¡y eso también está prohibido por Dios en el 1º y 2º mandamiento!
Y tal vez son codiciosos, o hablan mal de sus vecinos y familiares. Y tal vez roban al no pagar los impuestos y dejar enormes deudas, al engancharse de la luz ajena o al “pinchar” la señal de cable.
O seguramente son irrespetuosos, desobedientes y mal educados con sus padres. ¡Y todos estos son mandamientos que ellos no cumplen!

Pero aún nosotros, los salvos por Jesús, muchas veces nos comportamos igual que ellos. Nos olvidamos que nuestro Dios es Santo y que Él, aunque no descienda con truenos y relámpagos para castigarnos apenas pecamos, sí nos exige santidad y limpieza en toda nuestra vida.
Tendríamos que temblar, aunque sea un poquito, delante de Él, en vez de comportarnos como hipócritas: hacer cualquier cosa por ahí, hablar mal de otros y después alabar y orar en la iglesia como si nada hubiera pasado.

Más importante que los mandamientos en tu cabeza es la santidad en tu manera de vivir. Recuérdalo.

Extracto del libro «Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes: Éxodo-Levítico»

Por Edgardo Tosoni

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