Continuemos.

6. Inmadurez.

Esta atadura refleja una detención en el crecimiento psicoemocional; la persona quedó fijada en las primeras etapas de su desarrollo y no quiere entrar en el mundo de la adultez.

El varón inmaduro es el típico desubicado.Es el fanfarrón, el payaso de las reuniones, el que baila y atrae la atención de todos. La gente se ríe y ellos lo disfrutan, pero en el fondo los demás se burlan de lo ridículo que resulta. En apariencia tiene una gran autoestima; en realidad, la tiene muy baja. Cuando conoce a una mujer cuenta sus éxitos, habla mucho, hace bromas fuera de lugar. Cuando le gusta alguien, se acerca y se declara sin preámbulos; es desubicado, pregunta de entrada cosas íntimas o cuestiones sexuales.

7. Miedo a las Personas del Otro Sexo.

Observo esta atadura especialmente en mujeres. Son aquellas que, cuando conocen a alguien, buscan inmediatamente dónde está el error: “No me gusta porque no se lustra los zapatos”. “No me gusta porque tiene el pelo mal cortado”. Así, por cuestiones superficiales, descartan uno por uno a todos los candidatos que les presentan. Este miedo puede originarse en diversas experiencias: te abandonó o te fue infiel una pareja anterior, recibiste una crianza con fuerte represión sexual, tu padre maltrataba a tu madre. La mujer que ha tenido malas experiencias tiene miedo de volver a vivir el mismo dolor.

Una mujer me decía que no valía la pena probar; estaba segura que todos los hombres con los que saliera le pedirían sexo a la primera o segunda salida. Me dijo que a varias amigas les había pasado esto, que ella era virgen y no quería pasar por una experiencia de acoso. Estaba convencida de que, cuando le dijese a su novio que no quería tener sexo hasta casarse, la dejaría. Esta mujer tenía más de 30 años y nunca había tenido pareja. Le mostré la falsedad de lo que decía, y cuando logró quebrar este pensamiento tan arraigado que la ataba y le generaba un temor enorme, empezó a conocer gente y se puso de novia más de una vez. ¡Y sin tener relaciones! Los candidatos con los que salió respetaron su decisión, y hoy tiene una pareja estable.

Piensa en tu pasado:

  • ¿Cómo era la pareja de mis padres?
  • ¿Qué cosas detesto de mi padre o de mi madre?
  • ¿Cómo resolvían mis padres sus conflictos?
  • ¿Qué tengo miedo que se repita en mi vida?
  • Si tuve antes una pareja, ¿qué experiencias me provocaron desconfianza?

Busca a un consejero que te ayude a entregar a Dios tus ataduras y tus temores. Luego podrás reempla­zarlos por actitudes nuevas.

8. Adicción al Trabajo.

La adicción al trabajo es una conducta que refleja que existe una atadura. Esta, como ocurre en cualquier adicción, lleva a una compulsión; en este caso, la compulsión a trabajar sin medida. Hay personas que viven trabajando, es su lugar de refugio. Algunos lo hacen para tapar sus miedos a formar pareja. Trabajan todo el día, y de ese modo les queda poco tiempo para invertir en la búsqueda de pareja.

Si estás trabajando más de 40 horas semanales, debes revisar la administración de tu tiempo. En algunos casos puede ser una necesidad, pero muchas personas toman más horas de las que realmente necesitan. Es fundamental revisar y ordenar las prioridades, y darte el tiempo para metas y necesidades realmente importantes.

9. La Trampa de los Amigos.

Algunos varones no quieren perder las “salidas de amigos”. Piensan que tener pareja sería perder amistades, salidas, libertad. Tal vez tienes amigos que no quieren verte casado; aunque no te lo digan explícitamente, lo hacen de manera indirecta. Quizás perteneces a un grupo de “solos y solas” o a un “grupo de amigos” que sale siempre a los mismos lugares con las mismas personas y los mismos resul­tados; sientes que si los dejaras y formaras una pareja estarías siéndoles “infiel”.

(CONTINÚA…)

Extracto del libro “Solos y Solas”

Por Bernardo Stamateas

Lee Las Ataduras de los “Solos y Solas” 6

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